MEDIOS
La agonía del Papa
Por Miguel Wiñazki.
Agónico (¿para qué usar un eufemismo?) Juan Pablo II, como no podía ser de otra manera, ocupa un espacio protagónico en los medios de todo el mundo. Su rostro agarrotado pero instituyendo poderosamente su presencia el último domingo, desde el balcón de la clínica Gemelli, es dramático y polisémico naturalmente. Y, entre tantas otras cosas, remite a la reflexión sobre el tratamiento mediático de las personas públicas ante su fin.
¿Cuánta información se difunde y cuánta se oculta cuando se trata de las fronteras entre la vida y la muerte de los poderosos? La pregunta es inevitable y la respuesta siempre incierta. La historia indica que los conciliábulos y las deliberaciones entre los encargados de comunicar los avatares de la salud de los líderes mundiales, o de los nacionales inclusive, es siempre ardua y jamás espontánea, existe un cálculo irremediable respecto de qué informar y de cuando hacerlo.
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